Nota bio-bibliográfica

13 de junio de 2006

NOSOTROS LOS CAMELLOS


La Iglesia no pregunta a los que se van a casar por su amor presente, que, por mucho que sea, es embrionario o "incoado", sino por la intención con la que acuden al Sacramento. Pues amarse, más que un requisito, situado en el presente, es la tarea del matrimonio, que se desplegará en el futuro como un mapa.

Y esa tarea es el ojo de la aguja. Nosotros, los camellos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha entusiasmado, gran B. Tienes mucha razón.

Anónimo dijo...

Estoy muy de acuerdo con lo que dices, pero creo que eso no excluye mi comentario. También tú comentas: "que se desplegará en el futuro como un mapa" ¿algo habrá que desplegar? y es obvio que ese amor "embrionario" poco tendrá que ver con la relación que irá uniendo esas dos vidas (en una sola carne) a lo largo de los años.

Por otra parte, es cierto que los contrayentes acuden al matrimonio con la intención de acometer una "tarea" pero ¿qué es lo que les lleva al deseo y a la voluntad de tal empresa?

Juan Ignacio dijo...

Enamoramiento y amor. Siempre me insistían en la diferencia. Y ahora le descubro una nueva diferencia y complementareidad, al leer esta entrada:

Ahora pienso que el "enamoramiento" es una palabra que puede tener algo dinámico: en-amoramiento. Es un camino, es un irse haciendo...

Como un auto en ablande...

El enamoramiento es donde está la atracción (física, mental, espiritual), que es quizás a lo que Alberto se refiere. Aunque indispensable, es algo muy chiquitito dentro de lo grande que es el amor.

Yo digo...

Saludos.

Inma dijo...

Y yo me pregunto: ¿Por qué decidimos que queremos pasar por el ojo de la aguja, nosotros los camellos?

No me parece un acto de "sentido común", como en algún momento dice Lewis que es lo que motiva el matrimonio (tampoco me parece que acogiéndose al "sentido común" una pareja decida formar una familia numerosa)

A Beades, mi "quid":
¿Acudimos al matrimonio porque no se nos opone ningún impedimento que lo haga inválido o nulo
o
porque QUEREMOS y nos COMPROMETEMOS a "desplegar el mapa" de nuestro amor embrionario?
...
O lo que es lo mismo:
¿Acudimos al matrimonio
por motivos LÍCITOS
o
por motivos DESEABLES?
¿O por AMBOS?

Anónimo dijo...

Todo esto me recuerda a "Estudios sobre el amor" de Ortega y Gasset que en cierto modo rebatia a Sthendal en su "Del amor",ambos magnificos y recomendables libros
A mi me convence mucho mas la idea de Ortega que viene a hacer referencia a la voluntad,el amor sobretodo es voluntad.El enamoramiento ,que yo asocio a la teoria de la cristalizacion en sthendal,entiendo que no es real,es o pertenece al mundo de los sentidos,como el Deseo,que fenece en el mismo instante en que se cumple,sin embargo el amor es el Eterno Insatisfecho,porque se trata de un Mas que busca otro Mas,para alcanzar otro Mas,no como ocurre en el deseo,que sera todo lo poetico que tu quieras,pero al fin y al cabo un acto caduco.La voluntad (LA TAREA) se me hace mas real y eterna ,y me hace ir al mas alla de mi mismo,por eso creo que me casare por la iglesia el veintiuno de julio del dosmilsiete

Jesús Beades dijo...

Desde luego, formar una familia numerosa no es un acto de sentido común, sino de heroísmo (casi de extravagancia), y como tal debe ser siempre -Gaudium et Spes dixit-una decisión mutua y responsable. Lo importante son los motivos y la libertad.

Es un ejemplo muy bueno para lo lícito y lo deseable. Podría ser deseable tener cinco hijos, pero es perfectamente lícito tener dos, si así lo ven los esposos. Definir lo lícito deja abierto un inmenso campo a la libertad moral, esa creatividad de la persona "haciéndose en sus actos".

Me doy cuenta de que soy "liberal" en mis planteamientos éticos; uso la palabra "liberal" como un préstamo de la teoría económica y política: definir el mínimo y que haya libertad en lo máximo. Por eso, me cuido muy mucho de definir lo lícito.

Doctores tiene la Iglesia... Repito: si es ilícito el matrimonio celebrado sin eso que llamamos "amor", todos somos bastardos, pues descendemos de una estirpe ilícita.

Lo que ocurre es que estamos educados en una corriente cultural que da por supuesto el deseo sentimental, sexual, para que el matrimonio se produzca. Cosas de nuestra época, que no hay por qué establecer como absolutas. Según Chesterton, el motivo puede ser cualquiera: que te gusta cómo esa chica pronuncia la “r”, por ejemplo. O el hoyuelo en su barbilla. Me parece exagerado, pero tiene razón en algo: Al final, lo que hace perdurar el matrimonio no es que, hace 10, 20 o 30 se casaran “por amor”, sino el empeño que han puesto en estos años. El cristiano, a este, como a todo empeño o trabajo, lo llama “amor” o “caridad”, porque desea que Dios llene de Gracia su vida.



Respondo a tu pregunta: acudimos al matrimonio por ambos motivos, lícitos y deseables. Lo que ocurre es que sólo son exigibles los primeros, pues los segundos cambian con cada época, incluso con cada pareja, con cada persona.

Juan Ignacio dijo...

Bien por el "destrone" del sentido común. ¿Desde cuando lo máximo es el "sentido común"? ¿Es sentido común morir en cruz, amar a los enemigos, poner la otra mejilla?

Tampoco lo es pasar por el ojo de la aguja.

Y como todos esos son imposibles, contamos con Dios para ello. Si no no habría sacramento.

Saludos.